sábado, 24 de marzo de 2012

sobre el monstruo


Mi comprensión de mundo es la nada que se posa en mis ojos al verte ahí, moviendo la boca y yo intentando decidirme entre leer tus labios o leer los subtítulos que aparecen de manera intencionada en tus movimientos. Cierro los ojos y me abruma pensar en si descubrir la mentira o descubrir la verdad...


martes, 13 de marzo de 2012

Desamor en el aire


Cuando llega el principio de un pestañeo,
justo en esa oscuridad momentánea,
me aterro.
La soledad se agolpa en mis lágrimas
y la tristeza pareciera poseer todo cuanto soy.

No sé qué son estas ansias,
estos impulsos.

un poeta a otro poeta declara versos,
dicen los árboles.

Luego está él, como un amanecer
en aquel círculo de realidad
o en aquellos sueños románticos
que vivo cada vez que está cerca.
Percibo su aroma y mi ser entero despierta,
siento su calor y todo en mí palpita vida,
Lo veo ahí, mi querida poetisa,
y las horas ya no son suficientes,
la dependencia de su alma es infinita.

Te quiero,
le digo con mis ojos
—¡Qué fácil sería si mis ojos hablaran!—
Básicamente.
Casi rudo, casi tosco.
Naturalmente.
Lo sabe
y él lo hace de vuelta.

Te quiero,
rellena mi mente versos rudos,
palabras impuras,
sonetos que no me hacen justicia,
que no hacen justicia a lo que siento dentro mío.
Sé que lo sabes, así como yo lo sé:
que un amor no correspondido no es un amor,
no es vida por
sino muerte en.
No sé si la muerte de la palabra sea el precio a pagar,
no sé si la mudez de tus gritos sean la respuesta,
no sé,
no sé,
la respuesta es amor por amor,
palabras por miradas,
ojos por manos:
¡Tú amor por el amor de él!
No ahogues tu alma, suplico ahora,
no escondas tus ansias.

Escríbelas, mi querida poetisa, escríbelas.
*Poesía dedicada a una poeta en desamor,
a una amiga.


jueves, 1 de marzo de 2012

Buga



Te vi hoy,
y se sintió como la sonrisa de un niño,
como el respirar de un bebé.
Apacible,
te vi,
era como si algo bello se posara en mi alma.
Sí, una vez más,
vi al amigo lector,
al pintor,
al sensible mezclador de colores,
al risueño y soñador,
al que lee mis palabras y las atiende.
Te vi, mi querido amigo,
y mi alma triste pareciera encontrar un consuelo,
pareciera arrojarse a tus brazos para ser aliviada.
Amigo de nombre extravagante,
de sonrisas sanadoras.

Sí, te vi hoy,
y aún se siente como un silencio agradable,
como un suspiro tranquilizador.

Te quiero.