martes, 13 de marzo de 2012

Desamor en el aire


Cuando llega el principio de un pestañeo,
justo en esa oscuridad momentánea,
me aterro.
La soledad se agolpa en mis lágrimas
y la tristeza pareciera poseer todo cuanto soy.

No sé qué son estas ansias,
estos impulsos.

un poeta a otro poeta declara versos,
dicen los árboles.

Luego está él, como un amanecer
en aquel círculo de realidad
o en aquellos sueños románticos
que vivo cada vez que está cerca.
Percibo su aroma y mi ser entero despierta,
siento su calor y todo en mí palpita vida,
Lo veo ahí, mi querida poetisa,
y las horas ya no son suficientes,
la dependencia de su alma es infinita.

Te quiero,
le digo con mis ojos
—¡Qué fácil sería si mis ojos hablaran!—
Básicamente.
Casi rudo, casi tosco.
Naturalmente.
Lo sabe
y él lo hace de vuelta.

Te quiero,
rellena mi mente versos rudos,
palabras impuras,
sonetos que no me hacen justicia,
que no hacen justicia a lo que siento dentro mío.
Sé que lo sabes, así como yo lo sé:
que un amor no correspondido no es un amor,
no es vida por
sino muerte en.
No sé si la muerte de la palabra sea el precio a pagar,
no sé si la mudez de tus gritos sean la respuesta,
no sé,
no sé,
la respuesta es amor por amor,
palabras por miradas,
ojos por manos:
¡Tú amor por el amor de él!
No ahogues tu alma, suplico ahora,
no escondas tus ansias.

Escríbelas, mi querida poetisa, escríbelas.
*Poesía dedicada a una poeta en desamor,
a una amiga.


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